
Hay amores que resisten la distancia, y familias que siguen unidas aunque las separen miles de kilómetros.
Antes, comunicarse con los seres queridos era un acto de paciencia: cartas que tardaban semanas, llamadas con ruido de fondo y silencio entre frases, o grabaciones en casetes enviadas con la esperanza de ser escuchadas algún día.
Hoy todo parece más fácil.
Basta un clic, una videollamada, o un mensaje de voz para escuchar la risa de mamá, las historias del abuelo o el “¿cómo amaneciste?” que antes llegaba por carta.
La tecnología hizo posible lo imposible: estar presentes sin estar cerca.
Pero, a pesar de toda esa cercanía digital, la nostalgia sigue viva.
Porque no hay chat, emoji o videollamada que reemplace un abrazo.
Y aunque ver las caras de los tuyos a través de una pantalla reconforta, también deja ese silencio extraño al colgar: una mezcla de gratitud y vacío que solo entiende quien ha tenido que decir “te quiero” con un delay.
Hoy los grupos familiares son como una nueva plaza pública:
ahí se comparten recetas, cadenas, bendiciones, noticias y chistes.
Cada mensaje —por simple que parezca— es una forma de decir “aquí estoy”.
Y en medio de ese ir y venir de emojis, risas y audios, se esconde lo esencial:
el deseo de seguir siendo parte de la vida del otro.
En este episodio de Latino Express, reflexiono sobre esa nueva forma de conexión.
Cómo la voz, incluso digitalizada, sigue siendo el puente más poderoso para mantener el amor vivo.
Y cómo, a pesar de la distancia, seguimos encontrando maneras de sentirnos juntos.
Mensajes que cruzan océanos es una historia sobre amor, nostalgia y la magia de escuchar una voz que nos recuerda que siempre hay alguien del otro lado.
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Disponible en Spotify y Youtube.
Latino Express – Mensajes que cruzan océanos

